Me pasa poco, pero me alegra descubrir que aún hay cosas “del
mundo” que me emocionan. No me sé explicar por qué esas en concreto y no el
resto de infinitos sucesos que no despiertan en mí más que una ligera reacción.
Cada año redescubro que la Revolución de los Claveles me emociona. Siento empatía
con ese momento de esperanza que debió vivir la gente en las calles ese día. Me
imagino llorando a moco tendido, gozosamente experimentando la sensación de que
todo va a ser a partir de ahora hermoso y claro y feliz. Este artículo me ha
hecho llorar.
Siento lo mismo. Es esperanzador y no hay que cansarse de contarlo. Una revolución donde lo único que parecía sangre era el rojo de los claveles. Espectacular.
ResponderEliminarLa historia relatada merecen esas lágrimas para ilustrar que la vida también puede ser en ocasiones "hermosa y clara y feliz".
ResponderEliminarRecuerdo haber leído este artículo en su momento, pero no sé por qué no me atrevía a escribir nada.
Lo cierto es que la historia es magnífica, emocionante. Y muy bien escrita.