lunes, 23 de enero de 2012

Me encanta este tipo, Ricardo de Loureiro, personaje de Mário de Sá-Carneiro en La confesión de Lúcio

“Mi sufrimiento moral, aunque sin razones, va aumentando tanto, tanto, estos días, que hoy siento mi alma físicamente. ¡Ah! ¡Es horrible! Mi alma no se angustia apenas, mi alma sangra. Los dolores morales se me transforman en verdaderos dolores físicos, en dolores horribles, que siento materialmente – no en mi cuerpo, sino en mi espíritu. Es muy difícil, es cierto, hacer comprender esto a alguien. Sin embargo, créame; le juro que es así. Es por eso que le decía la otra noche que sentía mi alma estremecida. ¡Sí, mi pobre alma anda muerta de sueño, y no la dejan dormir – tiene frío y no la sé abrigar! ¡Se me endurece toda, toda!, se secó, se me anquilosó; de manera que moverla, (esto es, pensar) me hace hoy sufrir terribles dolores. ¡Y cuando más endurece mi alma, más tengo ansias de pensar! ¡Un torbellino de ideas (¡locas ideas!) me impulsa a descoyuntarla, quebrarla, rasgarla, en un martirio alucinante! Hasta que un día (¡oh! es fatal) se me partirá, romperá en astillas… ¡Mi pobre alma! ¡Mi pobre alma!”

En estas ocasiones, los ojos de Ricardo se cubrían de un velo de luz. No brillaban: se cubrían de un velo de luz. Era muy extraño, pero era así.

1 comentario:

  1. Este texto no me llama tanto como los otros del autor que has colgado, pero como quiero ponerte algo, te pongo esto.

    ResponderEliminar