viernes, 30 de diciembre de 2011

Entorno a mí

¿Qué parte de mí soy yo y qué parte soy todo lo demás que influye sobre mí? Cuando me gusta un libro, cuando disfruto una cerveza, cuando me masturbo, cuando elijo una botella de vino, cuando me compro un helado: ¿cuánto de mí hay eligiendo, tomando esa decisión, y cuánto es impuesto por todo lo que influye sobre mí? Lo que influye en mí, también influye en los otros, pero no todos recibimos esa influencia de la misma manera y en la misma cantidad, ni todos respondemos a esa influencia de la misma forma. Esa diferencia nos diferencia. Algo hay en nosotros que nos hace ser distintos a todos los demás. Pero ese algo no lo controlamos nosotros, es nosotros sin que nosotros, con nuestra voluntad, podamos intervenir en ello. De alguna manera creemos – creo – que nuestra voluntad es “yo”, pero lo cierto es que mi voluntad, mi control sobre mí mismo está condicionado y que si algo de mí hay en mí, si a algo puedo llamar yo, es, debería ser, algo que no tiene conciencia de sí, de mí, que no sabe que soy yo pero que es más yo de lo que la parte de mí que escribo esto es.

5 comentarios:

  1. ¿Qué somos? ¿Somos libremente lo que somos? o ¿Somos principalmente lo que los demás quieren que seamos? Preguntas difíciles, respuestas incomodas.

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  2. Una reflexión muy útil. Me dio hambre, frío, sueño. Oí un click y me convertí en Tyler, pero sin conciencia de ello, claro.
    Esta entrada demuestra claramente que las palabras hacen del hombre un ser alienado, confuso y perdido en los laberintos de la egolatría. Eso o que el yo que no soy o que soy o que quiere ser o no ser consciente, subconsciente o inconscientemente tiene poca fe en la filosofía psicológica. O solo que tuve mal despertar, siempre que no consideremos la posibilidad que dormir es vivir; vivir es dormir y la vida es (o no) sueño.

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  3. Creo que usted debería de leer tanta filosofía por un tiempo, amigo, o de lo contrario puede acabar como ese poeta que hay en la portada del blog "El paraíso recobrado". Ya sabe usted a quien me refiero.

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  4. Ese hombre duerme en los bancos, se pasea y bebe o bebía cocacola todos los días de su vida. Hay que le atribuye una fortuna. ¿Qué tiene de malo?
    Querida Cartaphilus, como siempre incidiendo exactamente en el ojo de la cuestión.
    Calamardo, no se haga tantas preguntas, déjeme ese asunto a mí. Usted encárguese de las respuestas. Hay que equilibrar el trabajo.

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  5. Macedonio Fernández3 de enero de 2012, 19:05

    Si Macedonio Fernández leyera este texto, te abrazaría, emocionado, emocionado.

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