jueves, 12 de agosto de 2010

Levedad-Pesadez

Según el comienzo de La insoportable levedad del ser de Milán Kundera, esta “levedad” se debe a que la vida no se repite. Es decir todo cuanto hagamos en la vida por más trascendente que lo consideremos, por mayor importancia que le demos a título personal o reconocida por todo el mundo, la vida de todos los seres que viven, han vivido y vivirán en el futuro, es efímera, irrelevante, porque solo ocurre una vez y luego desaparece sin dejar ningún rastro.
Se contrapone a esto el “Mito del eterno retorno” en el que no se ni como ni porqué, la vida sería una repetición sucesiva, siempre igual. Entiendo que no es exactamente el proceso de sucesivas reencarnaciones hasta alcanzar un estado supremo de iluminación sino algo más vano y mecánico. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. Una simple repetición sin modificaciones desde la primera ocurrencia. La novedad estaría en que cada acto adquiere la mayor importancia porque cada acto será repetido hasta el infinito, para siempre jamás. Así la vida adquiriría una pesadez contundente pues cada acto está condenado a ser representado eternamente. En Funes el memorioso, Borges, el personaje que charla con Funes durante toda la noche, sintió en algún momento la pesadez, la gravedad de esos momentos que estaba viviendo, pues tenía la seguridad de que cada gesto, cada palabra suya estaba siendo grabada por la mente de Funes y, sin duda, sería recuperada por este en muchas de sus largas noches de insomnio.
No sé a santo de qué nos suelta este rollo Kundera, al principio de su libro, ni tampoco he leído nunca a Nietsche para saber dónde quiere llegar aludiendo al ese mito del eterno retorno. Pero creo ser capaz de comprender que nos proponen dos modelos de vida: uno en el que se vive de una manera despreocupada porque al final nada de cuanto hagamos tienen ninguna relevancia puesto que cualquier consecuencia de ello se terminará extinguiendo. Por otra parte vivir una sola vez no te permite rectificar ninguno de tus actos por lo que cada acto es definitivo. Al final: hay que vivir a como salga sin esperar demasiadas consecuencias. La otra propuesta es vivir como si cada acto fuera de la mayor importancia, como si estuviéramos permanentemente bajo la observación de EL DESTINO, que juzga cada uno de nuestros actos, que deberían ser cuidadosamente meditados porque su efecto permanecerá para siempre.
Y tal.

2 comentarios:

  1. Decidí encender el ordenador para aclarar mi cabeza y/o mente tras este día caluroso y estudioso y.... ¡ojú!, creo que tu blog me ha vuelto la cabeza del revés, me ha vuelto la cabeza del revés, me ha vuelto la cabeza del revés, me ha vuelto la cabeza del revés, me ha vuelto la cabeza del... lado que hace que la vida sea tal como es, sin más, sin plantearme nada, porque si me planteara qué me apetece hacer ahora y mañana y los próximos días, aseguro que no tendría nada que ver con lo que realmente voy hacer, y todo, ¿por qué?... Pues por pensar que lo que estoy haciendo ahora tiene importancia futura, aunque en realidad me estoy engañando y es "mi destino" el que está manejando mi vida y mis circunstancias... Obviamente todo esta disertación es a raíz de tu texto y de Nietsche y de Kundera y de mi vuelta del revés. No obstante, sino lo has entendido, te lo repito, te lo repito, te lo repito, te lo repito, te lo rep...

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  2. El resumen es: cuida de lo que dices y haces porque cada mínimo gesto, cada inocente palabra tiene la mayor importancia, o bien, despreocúpate de todo porque nada tiene la más mínima relevancia.

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