Tras la lectura de "La espuma de los días" de Boris Vian se me han venido a la mente estas dos imágenes:
A) El entierro era tan pobre que ni el Cristo se había dignado quedarse en la cruz. Se había bajado al suelo y se pasó la ceremonia sentado echándose desganadamente un cigarrillo.
B)El entierro era tan suntuoso que habían vestido al Cristo con recargados ropajes de luto y adornado las puntas de los clavos con gordos diamantes. El pelo se lo habían peinado a un lado y lucía un rostro inmaculado de barba recortada. Componía un gesto de gran consternación acentuado por dos grandes lagrimones que, sabiamente iluminados, repartían reflejos por toda la iglesia.
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