miércoles, 29 de julio de 2009

La vejez... me llega...ra

“Me estoy haciendo viejo” es una frase que decimos o que pensamos todos más de una vez a lo largo de nuestra vida. He oído esa frase tanto en boca de muchachos de veinte años como en la de señores de setenta. Yo también la digo, pero he de reconocer que en el fondo aún no me la creo. Pienso en ello muchas veces y pienso, casi con miedo, en el día en que, de verdad, desde dentro, no pueda ya eludir la certeza que contiene. El día en que el eco interior de esa frase diga exactamente “ya soy viejo”.

No he vivido una vida muy intensa, tal vez he dejado de quemar muchas etapas que sencillamente se agotaron en la espera y creo que esas son las que lastran, las que uno cree que todavía tienen su tiempo y hacen que retrases el momento de admitir la verdad. Esta actitud es origen de comportamientos patéticos como que me haya comprado una bicicleta después de los cuarenta años – y que cada vez que salgo me despida de los míos por si no volviera a verlos.

Sin embargo me rebelo muchas veces contra esas personas que como excusa para no hacer esfuerzos mentales – aprender algo nuevo – acuden a esa expresión, u otra muy semejante “ya estoy viejo para eso”. La mente no envejece al mismo ritmo que el cuerpo. Y es precisamente ese el conflicto que presenta la vejez, la mente se niega a reconocer que el cuerpo ya no obedezca a sus expectativas. Lo mismo que hay viejos prematuros – que han nacido con un cerebro ya troquelado – hay jóvenes encerrados en cuerpos marchitos.

Es necesario pues tratar de mantener un equilibrio. Ir adaptando las expectativas de la mente a las capacidades del cuerpo, ir practicando las renuncias adecuadas. Ir liberándose de las obligaciones de vivir que muchas veces nos son impuestas y nos llevan por caminos que – de haber sabido elegir con cordura – no hubiéramos tomado. Ir liberándose también de las angustias por no haber cumplido determinadas ilusiones. Establecer puntos de no retorno para poder decir, “bueno, ya no tengo que preocuparme más por esto, no hay posibilidad”.

En fin, me estoy haciendo viejo, y hay que empezar a pensar en ello, para que no me coja por sorpresa el día que descubra que ya lo soy.


No hay comentarios:

Publicar un comentario