jueves, 14 de mayo de 2009

Oda al Clima

Me aclimato. Me acliasesino.

Me anulo climáticamente.

Desaparezco en la bruma de polvo,

en la luminosidad del día.

Me multiplico dispersándome

en la multitud de gotitas

de un esporádico día de lluvia.

Dejo de ser en suma,

me resto de mí dando un resultado nulo.

Reniego del ser sumergiéndome

en las isobaras, aprisionado

entre las láminas de presión atmosférica.

Fluyo en el viento noroeste fuerza cuatro

y retorno desparramado en el viento del este

charlando amigablemente con la polvajera.

Todas mis sombras me buscan

desesperadas por componer de nuevo la figura

añorada que fueron

y volverme a mí, sin ánimo altruista,

que su ser le va en ello.

Me gritan desde el suelo

con sus vocecitas negras apagadas

que vuelva a pisar la tierra

a fijarles un punto donde asirse

me engañan con cantos sobre otras sombras

que se aburren sin mi sombra,

y vuelvo, más por pena que por gusto,

de que me mientan por desesperación,

a concretar la carne que me cubre.

Pero algo de mí se ha quedado en el viento,

y mi retorno es un retorno ausente

como el de Lázaro cuando volvió de la muerte.

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