martes, 20 de enero de 2009

Eurovisión y elecciones

No sigo muy bien el proceso, pero al parecer este año las más seguras candidatas para el festival de eurovisión son Soraya y Melody. No ha habido -no he notado- ninguna campaña agresiva para convencer a la gente de que vote por una determinada opción y la gente ha votado lo que ha querido. El resultado será algo que se aproximará más al promedio popular, y por lo tanto será más representativo.
(Nota: Ahora escucho a Sr. Chinarro y ese es mi candidato para eurovisión 2009)

Lo que se demuestra aquí es que cuando se deja a la gente en paz para que tome sus propias decisiones, la cosa funciona más o menos como se esperaba - cuando se inventó todo el proceso democrático - que debería funcionar. Lo que falla no es el sistema sino lo que pervierte al sistema: las campañas publicitarias para convencer a la gente de que se incline por una alternativa particular.
Estas campañas, lejos de ser campañas informativas son verdaderos prodigios de convencimiento masivo, auténticos lavados de cerebro perpetrados por especialistas en psicología y publicidad que al final mandan al estercolero todo lo bueno que pudiera tener el sistema de elección democrática.

Esto me lleva a razonar sobre nuestro sistema político y la consecuencia que extraigo de todo esto es que lo que falla de partida son precisamente las campañas electorales. Durante este proceso, los esfuerzos para hacer olvidar a la gente los años pasados e inventarse esperanzas de futuro son prodigiosos. Por más que uno crea que no es tonto y no se deja convencer, muy pocos -los que cierran los ojos (a la televisión, a los periódicos)- consiguen sustraerse al hipnotismo generalizado y acaban votando más o menos convencidos pero con la sensación de no tener opciones y haber elegido "lo menos malo".

Considero que las campañas electorales son una perversión del modelo democrático. Deberían ser eliminadas radicalmente del proceso electoral, de hecho las elecciones deberían realizarse en periodos aleatorios es decir, no decididos por los propios partidos sino por un sistema como el de las bolas de la once. Y desde el momento en que se supiera la fecha y durante los preparativos necesarios para llevar cabo el escrutinio debería estar radicalmente prohibida la campaña, manteniéndose durante el resto de la temporada una férrea vigilancia para que no pudiera impulsarse ninguna estrategia publicitaria agresiva.

Estoy seguro de que de esta manera se recuperaría el espíritu original del sistema democrático - que nunca tuvo aspiraciones de ser perfecto, pero que aleja las decisiones de la vanidad individual. Habría un elenco político (no solo de políticos sino de partidos) muchos más variado y desde luego mucho más rotado, porque no estaría completamente condicionado por la cantidad de dinero y la calidad de los profesionales que las diseñan.
POR UNA MEJOR DEMOCRACIA
¡ABOLICIÓN DE LAS CAMPAÑAS ELECTORALES, YA!

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