Todos somos "el pueblo". No te puedes escabullir de esa condición si no te largas a vivir sólo a un monte extraviado de la mano de Dios a cultivarte tus propias zanahorias. La condición de pueblo te traspasa por todos los poros por pocos y poco abiertos que los tengas. El traje que llevas, las palabras que usas, las conversaciones que tienes con tus amigos o con los colegas del trabajo durante el desayuno te hacen del pueblo.
Eres manipulado, aunque tú creas que haces todo lo posible por evitarlo. Porque la única forma de evitarlo es sabiéndolo. Aún así la manipulación sigue moviendo tus brazos y piernas, tus pensamientos y tu voz pero al menos los hilos encuentran mayor resistencia. ¿Eres un tonto porque te dejas manipular? No. En todo caso eres un tonto porque no lo sabes. No te dejes culpar. Y procura por todos los medios no dejarte envilecer.
¿Quién manipula al pueblo? El pueblo. El pueblo es manipulado por sí mismo a través de sus representantes elegidos democráticamente en unos casos y menos democráticamente en otros. Esos representantes que manipulan al pueblo tienen obligación de manipular al pueblo, pues para ello fueron elegidos. Pero fueron elegidos para que los manipularan hacia el progreso de la sociedad. Es asombroso lo que ha progresado la sociedad gracias a sus dirigentes, pero es aún más asombroso lo que ha dejado de progresar por culpa de ellos, que somos nosotros mismos, el pueblo.
Debemos tomar conciencia de la necesidad de esta manipulación a la hora de elegir a nuestros dirigentes. Debemos elegir dirigentes que esten convencidos de ser pueblo porque los otros que creen no ser pueblo odian lo que son y empujan hacia atrás, regresan en lugar de progresar. Detalle menor, que demuestra su necedad, es su necesidad de distinguirse con mansiones y coches lujosos y bodas en la catedral. Detalle peor es que traten de convencerte de que la vida que mereces tiene que ver con un campo de golf y cesped. Lo verdaderamente importante es que esos dirigentes paran la máquina, detienen el mundo. Tienen un concepto exotérico de progreso y plantan edificios y carreteras para llegar a él, inventan la bomba atómica y van a la luna, te venden teléfonos móviles y minicomputadores de mano, pero no te hacen progresar, te mantienen detenido con tu diez por ciento de cerebro mal utilizado y el resto licuándose al sol del cambio climático.
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