Invertir la perspectiva es dejar de ver con los ojos de la comunidad, de la ideología, de la familia, de los demás. Es entenderse a sí mismo sólidamente, elegirse como punto de partida y como centro. Fundarlo todo sobre la subjetividad y seguir su voluntad subjetiva de ser todo. En el punto de mira de mi insaciable deseo de vivir, la totalidad del poder no es más que un blanco concreto en un horizonte más vasto. Su despliegue de fuerza no me obstruye la visión, yo lo localizo, aprecio el peligro, estudio la jugada. Por muy pobre que sea, mi creatividad es un guía más seguro que todos los conocimientos adquiridos por obligación. En la noche del poder, su pequeño resplandor mantiene a distancia a las fuerzas hostiles: condicionamiento cultural, especializaciones de todo tipo, Weltanschauungen inevitablemente totalitarias. Cada uno detenta así el arma absoluta. Pero hay que servirse de ella –como sucede con ciertos hechizos- con conocimiento de causa. Si se aborda por el sesgo de la mentira y de la opresión, al revés, no es más que una lamentable bufonada, una consagración artística. Los gestos que destruyen el poder y los gestos que construyen la libre voluntad individual son los mismos, pero su alcance es diferente; como en el dominio de la estrategia, la preparación de la defensiva difiere evidentemente de la preparación de la ofensiva.
No hemos elegido la inversión de perspectivas por un voluntarismo cualquiera, es ella quien no ha elegido. Comprometidos como estamos en la fase histórica de la NADA, el paso siguiente sólo puede ser un cambio del TODO. La conciencia de una revolución total, de su necesidad, es nuestra última forma de ser histórica, nuestra última posibilidad de deshacer la historia en ciertas condiciones. El juego en el que entramos es el juego de nuestra creatividad. Sus reglas se oponen radicalmente a las reglas y a las leyes que rigen nuestra sociedad. Es un juego de quien-pierde-gana: lo que se calla es más importante que lo que se dice; lo que se vive más importante que lo que se representa en el plano de las apariencias. Hay que jugar este juego hasta el fin. Quien ha experimentado la opresión hasta que sus huesos ya no pueden soportarla más, ¿cómo no se arrojará a la voluntad de vivir sin reservas, como si fuera un último recursos? Desdichado quien abandona en el camino su violencia y sus exigencias radicales. Las verdades asesinadas se convierten en venenosas, ha dicho Nietzsche. Si no invertimos la perspectiva, la perspectiva del poder acabará por encaminarnos definitivamente contra nosotros mismos. El fascismo alemán ha nacido en la sangre de Spartakus. En cada renuncia cotidiana, la reacción no prepara sino nuestra muerte total.
Tratado del saber vivir para uso de las jóvenes generaciones.
Raoul Vaneigem
Editorial Anagrama 1988
(la original es de 1967)
pgs: 198-199
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