Faltaría en la lista Jack London y tal vez James Oliver Curwood.
Chriss McCandless es un chico que se echó a la vida vagabunda, digamos que se exilió del modo de vida ordenado, metódico, estresado y aburrido que damos en llamar "la vida normal". No le duró mucho la cosa, yo creo que tenía muchos pájaros en la cabeza, que le llevaron volando hasta Alaska en donde murió, muy probablemente de inanición.
Lo cuenta un tal John Krakahuer en un libro que se llama, en español, "Hacia rutas salvajes". Aunque ha saltado a la fama y a mi conocimiento por una película que ha hecho Sean Penn, el actor, que yo no he visto.
Muy probablemente estaba influenciado por las novelas de Jack London de temática, cómo describirla,... bueno pues que transcurren en Alaska durante la época del oro, las que tienen, principalmente, como personajes a perros que van recuperando o reviviendo, a medida que profundizan en su contacto con la selva, una veta salvaje que habían olvidado .
También tiene influencia, aunque se menciona menos, de Henry David Thoreau que proponía simplificar la vida que llevamos como seres sociales, que hemos, según él, complicado innecesariamente hasta el absurdo. En uno de sus libros, Walden, relata sus experiencias, ciertamente nada alocadas, bastante coherentes tanto con el sentido común como con sus propias reflexiones acerca de las necesidades reales de un ser humano, viviendo en una cabaña al borde de un lago en medio de un bosque y alejado del pueblo unos cuantos kilómetros. Otro de sus escritos, Sobre la desobediencia civil, más conocido entre el mundillo progresista y anarquistoide, narra un episodio de su vida en el que se negó a pagar impuestos por considerar que el estado los malempleaba en empresas contrarias a sus convicciones - creo que en esta ocasión se refería a la guerra contra España en Cuba y Filipinas- a causa de lo cual fue ingresado en la cárcel hasta que alguien se hizo cargo de la deuda.
En cuanto a James Oliver Curwood, es un autor que yo leía de jovencito, tardes enteras encerrado en casa, deambulando por los bosques del Canadá, junto a un Policía Montado, buscando a algún criminal. No he vuelto a releerlos desde entonces, pero aun recuerdo las emocionantes lecturas, los paisajes que transcurrían en mi imaginación - de los cuales me desencantaba a menudo Félix Rodrígues de la Fuente hablándonos de la incomodidad de los mosquitos, el calor, la humedad o el intenso frío de los inviernos - las luchas cuerpo a cuerpo y las hermosas mujeres con que nos tropezábamos por el camino.
Yo, soy funcionario. Me levanto temprano cada día, saco al perro, voy al trabajo, hago lo que tengo que hacer con más voluntad que ganas, vuelvo a casa, como a mis horas, duermo la siesta, veo la televisión. Los fines de semana cultivo unas lechugas, si no se han muerto todavía, miro a ver si se ha hecho el compost, riego con manguera. Y de vez en cuando se me rompe el coche y me humillo ante el mecánico.
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