Hoy he tenido un momento de sensación de goce leyendo. Se trataba de un libro de Jodorowsky que leo por las mañanas. Ha sido un momento que merecía poner una piedra blanca en el tarro de las piedras blancas. Apenas han sido unos minutos. Pero los he aprovechado y en lugar de parar la lectura porque ya había llegado al coche, me he permitido unos minutillos más paseándome por el aparcamiento mientras acababa de leer la sección.
(Hay dos historias semejantes, una sé que está en otro libro de Jodorowsky, la otra puede que la haya leído en uno de Jorge Bucay -absténganse los precipitados de juzgar mis aficiones literarias por estas dos referencias, accedan antes a "Aquí no hay nadie" para tener una visión más completa- en las que se hacía notar los pocos momentos de felicidad que realmente disfruta uno en la vida, lo que no significa que el resto sea in-felicidad, no caigamos en manierismos dialécticos)
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