miércoles, 4 de diciembre de 2019

Jesús y el zapatero, relato que cuenta Facundo Cabral

Me gusta la historia que cuenta Facundo Cabral acerca de un zapatero que es visitado por Jesús para que le arregle una sandalia.
Pero, no voy a poder pagarle, dice Jesús, porque no tengo con qué. Y el zapatero responde que él no trabaja por entretenimiento sino para comer, y que si lo que hace no le da de comer no le vale la pena hacerlo. Entonces Jesús le responde que él puede concederle, a cambio de su trabajo, lo que desee. El zapatero le responde, con sorna, que si podría, por ejemplo, concederle el millón que necesitaría para ser feliz y no tener que volver a trabajar.  Jesús le pregunta que si es tan pobre que no le alcanza para ser feliz, y el zapatero le responde que ser feliz es un vicio muy caro.
Entonces Jesús le promete que le concederá ese millón y dos más si a cambio está dispuesto a renunciar a sus piernas. El zapatero se espanta y, con un gesto de rechazo, contesta que para qué quiere él esos millones si no va a poder disfrutarlos viajando, paseando, corriendo por el campo entre las flores y los árboles, sintiendo la arena en sus pies descalzos, nadando en el mar.
Jesús le insiste, lo multiplica por diez si a cambio renuncia también a sus brazos. El zapatero se horroriza, cómo va a vivir sin brazos y sin piernas, cómo va a acariciar, cómo va a comer, cómo va a abrazar, qué clase de felicidad se consigue sin esas cosas.
Jesús insiste una vez más, lo multiplica por cien si a cambio está dispuesto a desprenderse también de los ojos. Y sin ojos, sin piernas, sin brazos, para qué vivir, dice el zapatero. No volveré a ver a mis hijos, a mi mujer, no disfrutaré de la belleza de los atardeceres, al cerrar la tienda y volver a casa. No podré leerle cuentos a mis hijos.
¡Qué afortunado y qué ignorante eres!, dice Jesús, vives con cientos de millones y ni siquiera te das cuenta.

Años después, el zapatero se acordaba todavía de aquel mendigo que le pagó un arreglo con una buena historia.



1 comentario:

  1. Ese Jesús me parece a mí un poco demagogo. Que se corte una pierna, y así ya no le hace falta la alpargata.

    ResponderEliminar