viernes, 22 de marzo de 2019

En resumen

Por azar he escogido el CD de homenaje a Aute, un disco magnífico que no me canso –ya debe hacer más de diez años que lo tengo– de escuchar. Entre unas canciones y otras, y que no necesito excusas, me vienes a la memoria. Y que hoy es el día de la poesía y si me preguntas acerca de eso, en efecto, te diré que no otra cosa que tú es poesía. Sin pupilas y sin nada que medie, y cualquier otra cosa que pueda ser la poesía, simplemente no me interesa.
Poesía es la apariencia de unas simples letras, que forman palabras corrientes con unos significados estándares que pueden encontrarse en el diccionario. Digamos una persona que trabaja duro, que paga su hipoteca, que cuida de sus hijos, y algo menos de sí, aunque también se da sus homenajes de vez en cuando, que padece y disfruta a partes desiguales según las épocas. En fin, lo normal. Y entonces alguien va y lee y ocurre un milagro, que nadie puede ver ni apreciar de otra manera que en un raro brillo de los ojos y una sonrisa boba y un mirar hacia dentro y una dejadez desesperante.
Y por dentro está ocurriendo todo. Simplemente todo lo que esta horrible cosa que llamamos existencia debería estar desplegando alrededor nuestro cada segundo, en lugar de este páramo sin solución de continuidad, sin señales, ni caminos, con frío o sol o lluvia estéril porque no hay nada que crezca en estos yermos. Exagero. Es temporada, invierno, por así decir, y me paso los días tratando de encontrar un camino y las noches soñando mundos que con el simple hecho de ser otros me llenan de plenitud. Privilegio de perezosos, supongo. Es ridículo, pero sigo perdido. ¿Cómo hace la gente para tomar un rumbo y avanzar?
El resumen es que aún no te merezco. Peor que eso, aún no sé cómo merecerte. No te incomodes, no tiene nada que ver contigo, sino con esta insatisfacción de mí que te tiene como referencia o que le ha puesto tu figura a una referencia imaginada. No sé todavía cómo deshacer este nudo y no quiero emplear el método alejandrino, supongo que por romanticismo –quiero seguir siendo yo, lo que quiera que eso signifique– Y como nunca dejo que me pase nada, que cuido muy bien de mí, me faltan desgracias que tuerzan mi destino. 

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