miércoles, 17 de enero de 2018

Julio Jurenito y la fe

 Él cree —contestó Jurenito —, y esto es tan raro en vuestra Europa como una virgen bonita o un ministro honrado. Vuestra fe es cobarde, está cubierta por la sombra de la duda, la ironía, la curiosidad infantil y la prudencia de un mercachifle, que teme equivocarse con la mercancía. ¿Qué clérigo no mira sigilosamente en un libro de texto escolar de historia natural la gran faringe de una ballena, y no intenta explicar la Inmaculada Concepción mediante el complejo simbolismo del filósofo de moda? Vuestra incredulidad no es más valiente
que vuestra fe, tras ella se urde la superstición, las conversaciones media hora antes de la muerte, los libritos de Steiner, la eterna mendicidad a las puertas de la sociedad de
seguros. Vuestros ateos, que mientras beben vasitos de vermut se arman de valor y blasfeman, después, cuando recuerdan el tufillo del cementerio en un día de verano, agarran el evangelio bajo el brazo, por si acaso, y deliberan acerca de la inmaterialidad del espíritu (haciendo un gesto vago con los dedos), y no duermen en toda la noche si a sus esposas se les rompe el espejito de tocador. Yo tomo a Aisha porque en él la fe está viva, desnuda, desvergonzada, inspirada, y eso se convertirá en un arma consistente entre mis manos.

(de Julio Jurenito, novela de Ilya Ehrenburg)

No hay comentarios:

Publicar un comentario