miércoles, 22 de noviembre de 2017

¡Cuidado, Shane!

Eso ahí fuera es el salvaje oeste. Está lleno de tipos perfectamente armados verbal e intelectualmente y siempre dispuestos a enfrentarse en duelo por un quítame allá esas críticas, y demostrar así quién tiene la palabra más rápida, la respuesta más afilada o las alforjas más llenas de nombres raros-pero-de-mucho-prestigio-en-su-campo.
Yo llegué al saloom con una cierta fanfarronería no del todo fundada en una perfecta confianza. Era joven, por así decirlo, un campesino que se compra su propio revólver, practica con unos cuantos cacharros y botellas detrás del cobertizo y en cuanto consigue dar tres veces seguidas en el blanco sale disparado a lucir cartucheras.
Todas las miradas se clavaron en mí cuando pedí un güiski con vocecilla temblorosa. Nadie me advirtió de las muescas que aquel tipo lucía en su culata. 

3 comentarios:

  1. Si te queda más de un diente que puedas contar (incluso aunque no te quedara ningún diente, pero si te quedase lo puedieras contar) es que sigues vivo. Forastero, quizá debas cargar de nuevo el revólver y volver al saloom. Digo

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  2. Por otro lado el texto está muy bien y la foto muy bien escogida.

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    1. Y tan bien, es el niño que grita "¡Cuidado, Shane!" para advertir al muchacho que el malo está a punto de dispararle por la espalda. Creo que la película es Raíces Profundas.

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