miércoles, 30 de noviembre de 2016

Chorizo y Salchichón

Esta mañana me desperté con la frase “como lágrimas en la lluvia” flotando en la mente.
Debe ser que había estado soñando con la muerte porque esa frase se refería a mí, a todo lo que soy, a mis bromitas de por la mañana, a mis ideas, a mi forma de hacer el café, a todo eso que llamo yo y que somos tantos pero dentro de este cuerpecito que diosmadao. Ya sé que no es tan grandilocuente como ver estallar naves en llamas en la constelación de Orión o echar una meada a las puertas de Tanhauser, pero esto es lo que puedo dar, y, al parecer, algunas mañanas siento pena de que se pierda. Creo que solo por esto vale la pena seguir escribiendo. No es que uno valga o no valga la pena de conservar. Es que esa sensación de que algo de ti queda cuando tú no estés nos reconforta levemente mientras nos encontramos vivos, a pesar de sospechar que todo eso nos resultará absolutamente inútil cuando hayamos muertos.

No se crean que es así siempre, ayer por ejemplo me desperté con dos personajes, payasos, que se llamaban Chorizo y Salchichón. (Eran ladrones; Chorizo, el serio, el que hacía los planes, y Salchichón, el inquieto, medio tontorrón, que era el que al final hacía las cosas bien pese a sus continuas meteduras de pata y las broncas de Chorizo que en realidad nunca llega a hacer nada).

2 comentarios:

  1. Más importante que dejar nada a la posteridad es seguir sufriendo de sueños

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  2. La ilusión de inmortalidad; Celine decía que sólo los hombres con imaginación le temían a la muerte. Yo le creo.

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