lunes, 7 de septiembre de 2015

Sobre la voluntad y la física cuántica

Insisten mucho los esotéricos en la voluntad, es decir, el «querer» incondicionalmente como fuerza motivadora para lograr cualquier objetivo. Algo muy parecido a la fe que no necesita avalarse con ningún razonamiento. Al parecer en física cuántica no puede hablarse de una posición de una partícula en un momento determinado, sino de un rango de probabilidades o una función de probabilidad que solo es determinada por la observación. La observación fija la posición o algo así. Es algo muy raro lo que pasa por ahí debajo con eso de la observación. Por fin he comprendido ese experimento de los electrones y las ranuras: cuando se lanzan electrones uno a uno a través de dos ranuras verticales practicadas en una plancha que no dejaría pasar a esas partículas salvo por las ranuras, lo que se deduce es que los electrones se comportan como una onda –lo que se deduce por el efecto que causan al impactar en una pared que está detrás de la mencionada plancha–, que es como decir que el electrón lo mismo pasa por una ranura que por la otra que por las dos al mismo tiempo que por ninguna (yo, esto no lo entiendo bien, lo de que un solo electrón se comporte como una onda, así que todas mis conclusiones no sirven para nada, y tal vez malinterpreto lo que oigo decir al respecto). Pero si se coloca un observador cerca de las ranuras para determinar exactamente por cual pasa cada electrón pues lo que resulta es que el comportamiento del electrón cambia, es decir, el efecto que se percibe en la pared del fondo es como si el electrón efectivamente hubiera pasado por una u otra ranura o por ninguna, es decir, ya no parece que se comportase como una onda, sino como un corpúsculo, materia, una minúscula piedrecita.  ¿A qué viene ese cambio de comportamiento? Pues el único cambio es la observación. Es decir, la observación cambia el comportamiento. Así, los tipos vienen a concluir que el electrón lo que hace cuando no lo observan es situarse en probabilidad en todas las localizaciones posibles, y cuando se lo observe definirse. Pero,  ¿en base a qué se define?, pues vaya usted a saber, tal vez en base a lo que el observador espere que ocurra.
En efecto, hay gente por ahí que quiere estudiar si la expectativa de un observador puede influir en la determinación del fenómeno. Se hacen experimentos con máquinas generadoras de aleatoriedades y dicen que han conseguido que el observador provoque tendencias precisas en los resultados generados por esas máquinas. ¿Será posible que la realidad sea determinada por el observador? El investigador Jacobo Grinberg que estudia cómo es posible que ocurra lo que ocurre en las manipulaciones curativas de los chamanes mexicanos –evidentemente lo estudia porque fue allí y lo observó y creyó que ocurría algo, y luego lo transmitió al mundo en no sé cuántos tomos– cree que la realidad es construida por el observador, que lo que hay ahí fuera es lo que él llama una Matriz de Conocimiento, poco más o menos, supongo yo, un montón de partículas flotando, y que es el cerebro el que las pilla y las convierte, según le conviene, en luz, sonido, contacto, y aún va más allá, cosas en general. Según él estos chamanes, de una manera inconsciente, se sitúan en una posición en la cual son capaces de crear la realidad que les conviene simplemente deseándolo, es decir influyendo por voluntad en la determinación o fijación de la posición de las partículas que andan flotando por ahí.
También este Jacobo ha hecho experimentos que tratan de demostrar que nuestros cerebros, o más bien nuestras mentes, o yo qué sé, están en contacto. Resulta que otro de los efectos raros que se ha descubierto en la física cuántica es que cuando dos partículas se crean al mismo tiempo, ambas partículas están algo así como conectadas, es decir, que todas las mataperrerías que le hagamos a una las sufre la otra. Y eso ocurre instantáneamente, no a la velocidad de la luz, sino instantáneamente estén donde estén ambas partículas. Ahora bien, si resulta que todo el Universo se creó a partir de un gran estallido ocurriría que todas las partículas del universo están conectadas, es decir, que en verdad en verdad todo el Universo es Uno. Todo es uno, es precisamente otra de las máximas heredades desde la más rancia antigüedad en ese mundillo que llamamos del esoterismo para abreviar.
Yo no sé lo que piensan ustedes de todo esto. De hecho no sé ni lo que pienso yo de todo esto, pero me basta con que sea fascinante.
Jacobo Grinber también investigó la posible conexión cerebral entre hombres y delfines.

1 comentario:

  1. Yo encuentro la física cuántica terrorífica. Se acerca peligrosamente a la filosofía sin tener ningún miedo. En fin. Es interesante, en un sentido menos metafísico, el hecho de que la historia es, mal que mal, la interpretación presente del pasado. Podríamos quemar todos los libros de hace 100 años atrás y reescribir como queramos la historia de la humanidad. Mal que mal, la realidad está en nuestras mentes y al mismo tiempo es algo como colectiva. No debería ser muy difícil manipularla a ese nivel. Síp, estaba leyendo a Orwell jajaja. Lo de la modificación de la realidad dura por medio de la voluntad, le daría sentido a un sin número de películas muy buenas que, voto a tal, ojalá se cumplan: nada más y nada menos que The Matrix.

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