martes, 3 de marzo de 2015

El ángel de Lyon

Fue la visión de Ana María
con el rosario entre los dedos
que lo hechizó con un encantamiento
para hacerle cambiar de vida

Dejó la escena con un traje gris
dejó un mensaje con una sonrisa
Decía: “Parto para Lyon
en busca de un ángel del paraíso”

Tomó el tren que llevaba a Bruselas
ordenó coñac y croissants
Hizo una lista de sus posesiones
sentado en el vagón restaurante

Pensó en su mansión, en la piscina
en los peces raros de su colección
E hizo un voto, como San Francisco,
por su ángel de Lyón

Y cantó el Ave María
al menos los versos que recordaba
mientras miraba por la ventana
la sombra del tren de lo transportaba

Y con los ojos cerrados
soñó con aquellos dos ríos sagrados
el Ródano y el Saone
símbolos eternos de las dos almas
masculina y femenina de Lyon

De pie sobre el viejo puente
pensó en el encuentro de hacía un año
Los días habían transcurrido
y se habían vuelto meses
Cuatro estaciones habían pasado ya

Ahora sus ropas estaban destrozadas
hasta hacerle parecer un mendigo
de recorrer los caminos
buscando a su ángel de Lyon

Esa noche, en la catedral
miles de velas están encendidas
las mantiene sor Eva María
sustituyéndolas a medida que se consumen

En las calles como en un sueño
su luz se prolonga hasta el mendigo
el viejo tonto, enloquecido,
por su ángel de Lyón

Y cantó el Ave María
al menos los versos que recordaba
mientras observaba en los viejos muros
su propia sombra que lo seguía

Y se hundió en los dos ríos sagrados
el Ródano y el Saone
en su agua oscura como el misterio
de aquel ángel de Lyon


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