En mis momentos más entregados –tal vez lo más ciegos- creía
que me ganaba por derecho todo un capítulo de tu autobiografía. Cuando me
dejaste sentí que apenas habíamos cubierto una página. Luego me contenté con
que al menos hubiera influido para que me mencionaras en un párrafo. El tiempo
y tu obstinado silencio redujeron mis expectativas a una simple línea. Hoy no
tengo esperanzas de ser mencionado ni en una nota marginal.
Uno piensa que está escrito con tinta, pero, en realidad, estamos todos escritos con lápiz grafito.
ResponderEliminarO peor, con agua.
ResponderEliminarEl texto está muy bien.
ResponderEliminarAlgunos no fuimos ni siquiera escritos. Palabras si acaso, que se lleva el viento.