Nosotros abríamos la puerta y entrábamos. Nos quedábamos asombrados al ver hileras larguísimas de estanterías metálicas en las que había gatos completamente inmovilizados. La única posibilidad de movimiento era para acceder a un cuenco siempre colmado de agua. Los gatos bebían y bebían y movían las colas. Y maullaban. Había un enorme griterío de gatos que recordaban a los llantos de los bebés. Por entre sus piernas bajaban unos tubos trasparentes por los que se veía descender un líquido amarillo. Los tubos se juntaban a los otros tubos de la misma fila en un haz y los de cada fila al final se juntaban en uno más grueso que iba a dar a un enorme contenedor metálico. Nos paseábamos asombrados por entre aquellas hileras. Nos escondíamos para evitar a unos hombres en bata blanca, con mascarilla, guantes y gorra plástica cubriéndoles el pelo, que observaban y anotaban cosas en sus libretas.
Mi amiga y yo decidíamos liberar a los gatos y nos separamos. Desaté unos cuantos y de pronto había multitud de gatos chillando y saltando por todas partes. Los hombres de blanco corrían alocados buscando una explicación a lo que ocurría. Mi noviecita y yo nos reuníamos al final de un pasillo. En una pared había una reja que daba a la calle y yo me senté en el suelo y me puse a patear la reja hasta que se rompió. Por ahí nos escapábamos y nos alejábamos hacia el horizonte cogidos de la mano.
¡Mierda!, he estado bebiendo demasiado últimamente.
¿La fabrica era de San Miguel? ¿No?
ResponderEliminarEn mis sueños no se desvelaba, pero a mí se me ocurren algunas marcas posibles. Y de alguna no me extrañaría que aprovechasen también las heces.
ResponderEliminar¿mit heffe?
ResponderEliminaranstelle der Hefe
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