Postdata: Se me ha ocurrido la absurda
idea de que cuánto mejor hubiera sido que una banda de poetas
hubiera asaltado un centro comercial, en cualquier sitio, y le
hubieran leído poesía a los rehenes y que a las noticias
internacionales hubiera saltado el nombre de un terrorista famoso,
aunque desconocido por mí hasta este momento, que se hubiera vuelto
pacífico como consecuencia de escuchar esos poemas.
miércoles, 25 de septiembre de 2013
Kofi Awoonor
Nunca conocí al poeta ghanés Kofi Awoonor. Nunca leí ninguno de sus poemas. No hubiera sabido de él si no lo hubieran matado en un asalto terrorista a un centro comercial en Kenia. No sé los nombres de los otros muertos en ese asalto ni por qué han asaltado ese centro comercial de Nairobi. Por no saber no sé en qué otros lugares, pero estoy completamente seguro de que están muriendo otros muchos, poetas y no poetas, por todo el mundo, asesinados, explícitamente, pero también por otras causas no menos violentas y no menos estúpidas. Porque para un ser humano, matar no necesita razones inteligentes al parecer -para escribir poesía tampoco se necesitan, y espero que haya más gente dedicada a escribir poesía que a matar, aunque tengo mis dudas-. Pero ha muerto un poeta. Un poeta conocido que yo no conocía. Y su nombre ha trascendido. Y ahora ya conozco otra frontera de mi ignorancia poética. No sé qué sentido tiene todo esto. Y creo que no lo sé principalmente porque todo esto no tiene sentido ninguno. Es solo que ayer estuve en una lectura de poesía donde otros poetas leían y escuchaban leer. Poetas que, a lo mejor, si los matasen en un centro comercial de Las Palmas, no tendrían ninguna repercusión internacional. Y he pensado que qué curioso que, hasta esta noticia, no me había interesado mayormente por el asunto del asalto al centro comercial de Kenia, que está tan lejos. Y que todo el tiempo están matándose por ahí, bien individualmente bien en masa, y ya uno casi no le presta atención a esas cosas si están lo suficientemente lejos. Y por eso, tal vez, me ha entristecido -un poquito, porque en general soy un tipo triste, y ya casi no noto una gota de agua en este mar- la muerte de este poeta que no conocía y que ahora conozco porque lo han matado por razones inexplicables a nadie que tenga un poco de sentido común en un centro comercial de Nairobi, Kenia. Saludo a todos los poetas del mundo que no conozco, y espero no conocer nunca, si para ello van a conservar sus vidas hasta que la muerte natural los separe de su poesía. Y saludo a todos los que mueren todos los días porque hay otro que cree que matando manifiesta una especie de superioridad de algún tipo sobre los demás. Supongo que es obvio que alguien que mate a otro, incluso a un poeta, es más fuerte que ese otro, aunque solo sea porque solo uno sigue vivo ya no es posible la comparación, pero eso ¿de qué sirve? -si vamos a eso, escribir poesía tampoco sirve para mucho, ¿por qué no cambiar una cosa por otra?-. Yo creo que si le hubieran preguntado, lo mismo no le hubiera hecho falta matarlo, hay poetas muy humildes que no tienen inconveniente en admitir que ellos sólo son poetas y que lo demás pueden quedárselo. Pero no creo que le preguntaran. Ni siquiera creo que supieran que era un poeta. Un poeta famoso cuyo nombre sería de los pocos que trascendiera de entre los muertos anónimos de ese asalto. Y sí, qué extraño, ayer no sabía nada de este poeta de Ghana, y apenas me había interesado por el asalto al centro comercial de Nairobi, Kenia, y hoy ya sé que un tipo que murió en ese asalto se llamaba Kofi Awoonor y era poeta. Son misteriosas las vías que sigue el conocimiento. Esta vía se queda aquí. Mañana ya no me acordaría más de este poeta, ni de Nairobi, ni de toda Kenia, si no estuviera ahora un poco más melancólico que lo habitual y no se me hubiera ocurrido escribir esto para, al menos, por inútil que sea, recordarlo todo.
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