Me reservo expresamente el derecho de emprender cualquier acción contra el Estado: esto es absolutamente necesario para mi dignidad como ser humano. En efecto, el Estado puede imponerme por la fuerza todo lo que se le pase por la cabeza a cualquiera de sus irresponsables representantes; yo, en cambio, no tengo poder para obligar al Estado a que de pruebas de sentido común o a que sea justo o a que cumpla sus deberes. De manera que permanentemente debo hacer frente a la arbitrariedad del Estado, sin perjuicio de ejercer el derecho de abandonar su territorio con todos mis bienes si se presentara el caso.
Momentos de la vida de un fauno. Arno Schmidt
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