Cuando uno está metido en problemas -problemas reales, físicos, de supervivencia- es como si estuviera dentro de un agujero. Su horizonte más próximo es el borde del agujero. Nada más allá importa demasiado.
Cuando uno vive una vida tranquila, es como si estuviera sobre una pradera. Su vista alcanza muy lejos, pues la pradera está libre de obstáculos. En días claros se ve hasta el mismo borde. De ahí que sea a los que llevan una apacible vida, los que no tienen ningún problema "real", a los que más les preocupen asuntos trascendentales -vanos- como la vejez y la muerte. Porque pueden percibirlos a lo lejos. Tal vez sea un espejismo, pues siempre se puede caer en nuevos socavones inadvertidos en el camino, pero mientras se transita libremente por la superficie, uno cree percibir de una mirada todo lo que va a pasar hasta el final y, a medida que transcurre el camino, va sintiendo la angustia del fin próximo.
Para evitar esta angustia, unos agachan la cabeza y procuran mirar a ras de suelo lo más posible. Otros, simplemente, se cavan problemas.
Mi padre decía algo tan sencillo como esto:"quien no tiene problemas se los busca".
ResponderEliminarUn amigo de un amigo solía decir "hay que buscarse problemas"
ResponderEliminarMe gustan las imágenes utilizadas: el agujero, la pradera. Una interesante y profunda reflexión.
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