viernes, 28 de septiembre de 2012

Hablar por hablar, procurando no decir nada.

Te parecerá una tontería, y dado tu acertado juicio, lo será, pero a medida que me hago mayor, me voy sintiendo más viejo. Y sin embargo no me pasa como al diablo, que sea más sabio por esta razón más que por diablo, y yo ni siquiera soy diablo. Creo percibir, por el contrario, que mi cabeza se va despoblando, por fuera también, pero eso no viene al caso ahora, de certezas, tantas que tenía en la juventud y apenas sobreviviendo ahora unas pocas, ¿alguna?, como tales, habiéndose mutado las otras a esa sustancia semitransparente de la posibilidad de que las cosas no sean tal y como uno creía creerlas.
Será que la muerte le exige a uno llegar tan vacío como cuando ingresó en esta institución de la vida, y, cruzado el cénit de la existencia, todo lo adquirido -en un cierto nivel intelectual, claro, no me refiero a lo material - te es discretamente retirado, hasta dejarte vacío de nuevo para entregarte a la nada.
O solo me pasará a mí y entonces, bueno, será otra de mis tonterías.

1 comentario:

  1. Buena y hermosa reflexión. Algunas metáforas muy bellas como esa muerte que es entregarse a la nada.

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