miércoles, 21 de marzo de 2012

Soy un loco romántico

He recibido un email de una chiquita rusa solicitándome relaciones. Le respondí con un poco de desconfianza, no soy un tonto, sé de que van estas cosas, pero me pilló en un momento delicado. Ella me ha respondido, esta vez el tono es más personal  Me habla de su ciudad, de sus estudios, de lo que le gusta hacer. Y me envía una foto. Se que todas estas cosan son timos. Pero qué quieren que le haga, soy un loco romántico. Le he respondido:

Mi querida señorita. Le confieso que no había puesto ninguna esperanza en esta relación que, ahora lo presiento, recien comienza. Soy un hombre enamoradizo, y al ver su fotografía se me ha puesto como una barra de pan. ¿Le gustan los embutidos?. Percibo, en sus palabras, que es usted una mujer sensible. He estado observando con el Google Map su ciudad y realmente parece una hermosa ciudad, con sus parques y su rio. Donde yo vivo no hay rios ni trenes. Solo vacas. Vivo en el campo y soy un poco poeta, como Esenin. Me gusta caminar con los cabellos cayendo despeinados por mis hombros. Ciertamente me he quedado sin palabras al ver su fotografía. Solo el deseo de poseerla con loco frenesí me domina ahora. Escribo temblando de pasión. Siento parecerle un loco romántico, pero creo que un poco de esperanza ha regresado a mi vida. Desde la muerte de mi esposa solo las vacas me han proporcionado consuelo. El hecho de que usted sea psicóloga pero trabaje de dependienta en una tienda de ropas y sepa algo de costura me resulta extraordinariamente estimulante. Es un signo de la locura de estos tiempos que una dependienta gane más que una psicóloga. Mi madre era costurera. Trabajaba día y noche para sacarnos adelante desde que mi padre se fugó con una cubana. Yo he viajado un poco, he visitado la ciudad y una vez vi el mar. Pero el mundo es demasiado grande y yo tengo demasiado poco tiempo. Amo las vacas y el amor. Pero estoy reconsiderando mi orden de prioridades. ¿Por qué me ha enviado usted esa foto? Ahora solo pienso que las vacas son unos animales feos y melancólicos. No sé qué va a ser de mí.

6 comentarios:

  1. Comprendo y comparto tus sentimientos.

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  2. Dentro de nada abandona Rusia y se casa contigo.

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  3. Me embarga el romanticismo a mí también solo con ver la foto.

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  4. Estimado Riforfo, se nota enseguida que es usted un hombre sensible como yo. Por eso quisiera desengañarle antes de que esa chica le haga ningún daño, puesto que yo también fui objeto de sus enredos. Después de enviarme una carta como a usted se presentó en casa procedente de su gélido país. Yo pensé que se iban a cumplir mis más románticos sueños. Ahora, seis meses después de haberla conocido le aseguro que lo único que obtuve fue placer sexual a destajo y sin freno. Incapaz de hablar una sola palabra en español nunca pudimos disfrutar de las normales conversaciones que las parejas suelen tener sobre sus madres, exnovios y ropa del Corte Inglés. Todo se nos iba en follar desaforadamente, casi sin afecto, en un continuo jadeo y jadeo, y contorsión y contorsión. La angustia me consumía, supongo, puesto que adelgacé doce kilos. Mi deshumanizó, me animalizó. Perdí toda esperanza de que nuestras almas entraran en contacto mientras nuestros cuerpos se embestían. Un día me di cuenta de que se había hecho con mi tarjeta y dejado a cero mi no demasiado boyante cuenta bancaria, justo el último día en que la vi. Llamé al banco y bloqueé la tarjeta. Quedé mal, psicológicamente, cada vez que por la calle veo una rubia casi albina como ella, las caderas se me disparan automáticamente en un movimiento de vaivén difícil de justificar. Paso vergüenza. Sufro. Le recomiendo que vuelva con sus vacas.

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  5. No se fíe. Yo soy camionero y me las vi con una tía de estas. Me mandó un correo que me leyó un colega y al final quedamos en un bar de carretera que une Moscú con Vladivostok, más o menos a la altura del kilómetro 2.370. Parecía una gatita con la anorexia esa, como salida de un video juego, con unos ojos que parecía que no le cabían en la cara. A mí no me gustan las tías escurridas pero el camión es muy duro y nadie sabe lo que se pasa. Se empeñó en que bebiéramos de un vodka que traía. Yo soy un profesional y de alcohol sólo tomo ron para calentarme, pero el camión es muy duro y usted no sabe cómo se pasa. Total que por sí por no me iba hablando la tía en un español chapurreado. Ya yo le había notado la voz un poco ronca pero no me extrañaba con los lingotazos de vodka que se metía. Total, que pensé que yo había logrado subirle la temperatura, ya me entiende, y meterla en la parte de atrás del camión, donde la litera. Fue ella en realidad la que me había arrastrado. Entonces me fijé en la pedazo de nuez que tenía la tía. Se le salía más afuera que la nariz. Ya yo estaba que me caía. Soy camionero, pero de Cádiz, no de Bilbao. Y usted no sabe lo duro que es el camión. Nadie sabe lo fría que es esa Rusia. Total que cuando le bajé las bragas me llevé una buena sorpresa. Le sacaba dos o tres dedos a la mía, que no es por nada...Soy de Cádiz pero no le exagero ni esto. Yo ya no podía ni defenderme e hizo conmigo lo que quiso, la muy zorra. Al día siguiente estaba como humillado, aparte de dolorido. Volví pa España y dejé el camión. Lo más grande que he podido conducir desde aquel día es el licencia de un colega. No me veo hombre pa más. Y se lo digo casi con lágrimas en los ojos. Por cierto, a mí también me gusta el embutido, como a usted. A ver si quedamos y le cuento con un poco más de detalle la cosa esta que me pasó con la rusa.

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