viernes, 28 de diciembre de 2007

El laberinto

Mi prodigiosa mente elabora prolijas conclusiones acerca de la realidad a partir de los datos que mis atribulados sentidos le proporcionan. Esta interpretación del mundo le es facilitada a una entidad conjunta a la que llamaremos Yo, la cual tomará determinaciones a partir de ella y de una historia anterior.

Este último elemento es muy importante, bien gestionado, se entiende. Mal gestionado se convierte en un perfecto estorbo que impide todo movimiento cuando urge la presteza y obliga a avanzar cuando todo apunta a la retirada. Por si las cosas no estuvieran bastante complicadas, este Yo tiene alguna potestad sobre los sentidos; y desgraciadamente suele interferir en la información que éstos, en un principio toman con ya dudosa precisión de la realidad, filtrándola de datos que circunstancialmente le parecen inútiles – cayendo en la desgracia de eliminar información crucial - o bien enriqueciéndola con matices – exigiendo absurdamente que determinados datos necesarios para su determinación estén inclusos - de los que estaba desposeída en un principio. Es por ello que este Yo del que hablo no acierta a salir del complejo laberinto en el que se halla la mayor parte del tiempo, y que cada paso que da o cada paso que deja de dar le parecen adentrarle más en la espesura.

1 comentario:

  1. Los pensamientos tienen la maravillosa habilidad de complicarse, de entremezclarse dentro del laberinto de la mente humana, sin vistas a una diáfana salida.

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