sábado, 29 de junio de 2013

La palabra no sirve

¿Para quién voy a escribir si no es para ti? ¿Para mí, para nadie? ¿Y qué voy a decir si no es a ti? ¿Qué tengo que decir si ya no quieres escucharlo? ¿Y a quién le importará mi silencio si a ti ya no te importa? Lo que oculte, lo que calle. ¿Quién me va a preguntar? ¿Y para qué lo diría, en el caso de que algo ocultase, callase, si mis palabras, repetidas como todas, las mismas, las de siempre, se van a quedar tan solo un instante en el aire y luego, como una pompa de jabón, estallarán perdiéndose en su inutilidad para siempre, para nunca, si tus oídos, tus ojos, no las escuchan, no las leen, no les dan sentido, nuestro sentido distinto del de todos, distinto del de siempre? La palabra no sirve. La palabra no sirve.

jueves, 27 de junio de 2013

Irene

Máximo Manso, describiendo a Irene

"Sin ser belleza de primer orden, agradaba probablemente a cuantos la veían, y con seguridad me agradaba a mí, y aun me encantaba un poquillo, para decirlo de una vez. Bien se podían poner reparos a sus facciones; pero ¿qué rígido profesor de Estética se atrevería a criticar su expresión, aquella superficie temblorosa del alma, que se veía en toda ella y en ninguna parte de ella, siempre y nunca, en los ojos y en el eco de la voz, donde estaba y donde no estaba, aquel viso del aire en derredor suyo, aquel hueco que dejaba cuando partía?..."

(El amigo Manso - Benito Pérez Galdós)

domingo, 23 de junio de 2013

Esperar

No me importa esperar
un rato, o toda la vida,
si hay algo que esperar.
No tengo nada más importante que hacer,
ni menos importante.
Nada importa demasiado.
Esperar tampoco.
Por eso no me importa esperar,
si hay algo que esperar,
y si no lo hay, tampoco.

Ha muerto Javier Tomeo


Pero solo su cuerpo.

sábado, 22 de junio de 2013

Diarios de Amiel

Bernardo Soares, en Libro del desasosiego dice leer y cita en ocasiones el Diario de Amiel. Interesado por si se trata de una obra real voy a la Wikipedia

Henri-Frédéric Amiel (Ginebra27 de septiembre de 1821 – Ginebra, 11 de mayo de 1881) fue un filósofomoralista y escritor suizo, autor de un célebre Diario íntimo.

Y me sorprende esta frase

Empezó a escribirlo atormentado "por la eterna desproporción entre la vida soñada y la vida real" y armado de un bisturí crítico despiadado, que ejerció con la obsesión de conocerse a sí mismo hasta el masoquismo. "Nada se parece tanto al orgullo como el desánimo", escribió.

Es una de esas cosas que yo siempre tengo presente, la enorme desproporción entre la vida soñada y la vida real, pero nunca, aparte de en Bernardo Soares que lo fabula hasta el extremo de la renuncia a la vida real, lo había encontrado tan explícitamente manifestado en otro lugar. Me pregunto si no será una de esas certezas que todo el mundo da por obvia y a mí me sigue dejando estupefacto hasta el extravío.

De cine

¿Cuáles son mis gustos cinematográficos? Pues me temo que igual que mis gustos literarios y otros gustos: inclasificables quisiera yo que fueran para eludir cualquier encasillamiento, pero siempre se encontrará un patrón en cualquier conducta, supongo. Pues bien, yo siempre empiezo por Amanece que no es poco, de Jose Luis Cuerda, y luego Madregilda, de Francisco Regueiro del cual también tendré que mencionar Diario de Invierno, como preferidas, pero me interesan el resto de sus películas, así como, por el contrario, no he encontrado muchas otras cosas de Cuerda que me gusten tanto como aquella, Así en el cielo... es una secuela de Amanece y Total es una "precuela". Me queda por resaltar El Sur de Victor Erice cuyas otras dos películas -El espíritu de la colmena y El sol del membrillo- también habría que ponerlas en favoritos, pero El sur es la que más veces he visto. Amanece, El sur, y Madregilda las habré visto no menos de diez veces cada una y no me cansan, ni les pillo "el truco" como me acaba pasando con otras después de verlas dos o tres veces, por ejemplo sigo amando Doctor Zhivago, pero ya menos.
A partir de aquí puedo generalizar:
No me cansa Buñuel, como sí me ha cansado Woody Allen, aunque La Comedia Sexual de una noche de verano y La última noche de Boris Grushenko me siguen divirtiendo por más que las vea.No me cansa Peter Greeaway aunque hay que "disponerse" para ver sus películas, lo mismo que para ver a Tarkovsky o Aleksandr Sokurov, pero me encanta "aburrirme" con estos tíos.He tratado de "seguir" a Manoel Oliveira, pero lo tengo reciente, -A divina comédia me ha encantado-, y a Theo Angelopoulos -La mirada de Ulises o Paisaje en la niebla, por ejemplo-. En cine norteamericano no me viene a la mente ningún director que crea admirar (1), salvo el ya mencionado W.A., por más películas norteamericanas que me gusten, como Big Fish por mencionar una ahora.Y de pronto me vino a la mente, pero no es norteamericano, Terry Gillian que siempre me encanta -Brazil o Miedo y asco en las vegas, El rey pescador, Las aventuras del varón de Munchausen...-Bajando al sur me salta el primero Eliseo Subiela, todo lo que he visto suyo, salvo una, me ha parecido emocionante. Y quisiera mencionar a más directores sudamericanos pero no me vienen, pero me gusta el cine sudamericano y hay muchísimas películas que me han subyugado -25 Watts- pero al ser un cine tan difícil de acceso no hay manera de que uno pueda seguir a los autores y recordarlos a fuerza de tenerlos presente.Eso no pasa con los orientales, que están muy de moda últimamente y así conozco a Sion Sonno -Guilty of Romance y todas las demás-, Kim ki duk, Jon BonHoo en Korea o Won Kar Wai que creo que es chino. Me han gustado algunas de Takeshi Kitano muchísimo, y otras también, aunque menos.
Es obvio que no me gusta demasiado un cine "convencional" que cuente historietas repetidas a la manera de siempre, cuanto más "rara"(2) es una película más predisposición tengo a que me guste y tiendo a conocer el trabajo de un director cuando me gusta una de sus películas, para ser coherente con mi idea de que el arte es la persona y no el objeto en sí. Sin embargo esto a veces resulta muy complicado debido a las "facilidades" del mercado.Gracias internet.
No he mencionado a ningún director italiano, pero estoy muy bien predispuesto para el cine italiano, y por ejemplo me han gustado Fellini -hace poco vi Satyricon-, Mario Monicelli -Amigos Mios una y dos son geniales- Ermano Olmi - La leyenda del Santo bebedor, magnífica, no sé si por la historia más que por la película, pero disfruto mucho esa peli-, o Dino Risi -El adelantamiento, que he descubierto hace poco.
Pienso ahora que debería haber formalizado esto y haber ido por países, pero prefiero que vayan aflorando anárquicamente los directores y las películas, lo que los posiciona en su verdadero lugar afectivo aunque también mediático. Paso a Francia y me doy cuenta de que no he mencionado como uno de los magníficos a Patrice Leconte del cual no conozco su cinematografía pero cada vez que veo una película suya -aún sin saberlo- me encanta, y me ha pasado ayer mismo con Confesiones muy intimas, pero tengo en casa El hombre del tren, La chica del puente y El marido de la peluquera, que vuelvo a ver de vez en cuando.
Y de nuevo me sobrevienen los nombres cuanto más releo esto, y compruebo que me olvidaba de otro director importantísimo en mis gustos como es Wim Wenders del cual no menosprecio ninguna de sus películas, pero tengo que mencionar las dos que más me regocijan que son El cielo sobre Berlín y Tan lejos tan cerca.
Y supongo que podría seguir y seguir si de mencionar películas concretas se tratase, pero creo que con esto ya te puedes hacer más o menos una idea de lo que podríamos llamar mis "gustos cinematográficos".

(1) ¡Intolerable no haberme acordado de los hermanos Coen, cuya completa filmografía salva de la destrucción a esa Sodoma! Veremos qué más aflora -recuerdo a Tarantino pero, aunque me encantó Django, no sé, no sé...

(2) Observo que de los nombres de películas que he puesto no hay ninguna que pueda llamarse propiamente "rara", así que para justificarme y porque me acabo de acordar cito las fascinación que sufrí una época por Sweet Movie de Dusan Makavejev o la genial película checa Sedmidkrasky, que descubrí en un blog del mismo nombre.


viernes, 21 de junio de 2013

Acabar con la inanidad de nuestras vidas

Don Julio, un personaje de la novela Caballeros de fortuna, de Luís Landero se consideró toda su vida un ser inane hasta un día en que, paseando por Madrid, al pasar junto a un kiosco, leyó al azar tres palabras: Aquiescencia, postrimerías, y señero. Se puso a considerar su inanidad a partir del hecho de que él, en su vida, no había tenido ocasión de emplear ninguna de esas palabras. Entonces observó un tumulto frente al palacio de Correos, al otro lado de la Cibeles, y se acercó a ver qué ocurría. Se trataba de un accidente de auto, y las dos parejas de cada vehículo discutían airadamente culpándose uno al otro ante un público más interesado en las posibilidades de desarrollo violento del espectáculo que en su aclaración de responsabilidades. Don Julio se sumó a los espectadores hasta que, según él, un impulso incontrolado le hizo dar un paso y pronunciar una sentencia lapidaria: 
"Aquiescencia, señores, en las postrimerías de un siglo señero".
Aquello provocó un inmediato efecto apaciguador entre las partes, que lo miraron sorprendidos, y, tal vez, avergonzados. Superada la estupefacción, y frustradas las expectativas, el público se fue alejando y los contendientes se avinieron a un dialogo sereno mientras don Julio, no menos sorprendido del efecto que sus palabras había provocado, se distraía con el vuelo de unas palomas y la percepción del entorno como si en ese instante se hubiera detenido remarcando su simbolismo. A continuación se alejó del lugar consciente de que un hecho importantísimo acababa de acontecer en su vida: había erradicado la inanidad.

jueves, 20 de junio de 2013

Yo también soy un hombre de principios. Este es otro de mis principios.

Me llaman el manco. No tengo manos. Me las cortaron en una carpintería porque no pagué no sé que supuesta deuda que tenía con el dueño que también poseía el negocio de préstamos ilegales del barrio. Cuando se dieron cuenta de que yo no era el tipo, mis manos me decían adiós con los deditos desde el suelo. Me introdujeron los muñones en aceite hirviendo para reducir el dolor y me metieron en el portabultos de un coche negro, me trasladaron hasta alguna parte y luego me tiraron allí.
Estuve caminando horas hasta que me derrumbé. Cuando desperté estaba en la cama de un hospital atendido por una preciosísima enfermera y vigilado por un viejo policía de aspecto anticuado desde la puerta. La enfermera le hizo un gesto y el policía se acercó.
-Buenas tardes.
-¿Ya es por la tarde?
-Desde hace un rato. ¿Sabe usted su nombre?
-Bueno, déjeme ver, creo que mi nombre es Riforfo. Riforfo Rex, exactamente.
-¿Tiene dirección estable?
-Sí, creo que sí, vivo en la calle tal, el número tal, que está en el barrio tal.
-¿Y dónde está ese barrio, lo recuerda?
-Aquí, claro.
-¿Y aquí exactamente es...?
-Las Palmas de Gran Canaria. ¿O no?
-Sí, eso es exactamente. Quería asegurarme de que estaba completamente consciente. ¿Qué les ha pasado a sus manos?
Y me miré los muñones envueltos en unas vendas blanquísimas. No mostré ningún asombro.
-Se me deben haber caído.
-¿No va a hacer una denuncia?
-¿Denuncia? ¿Por haberlas perdido? Cuando salga de aquí me daré una vuelta por los locales de objetos perdidos, guaguas municipales, ayuntamiento, estación de metro, policía.
-Aun no hay metro en Las Palmas.
-Pues entonces no iré por ahí.
-Se lo toma usted con mucha filosofía. ¿Conoce a un tal Lorenzo Márques, el portugués?
-No señor. ¿Debería conocerlo?
-Es carpintero. Un honrado empresario de la madera.
-Pues no, yo soy, o era, que en este punto sí que me falla la memoria, profesor en la universidad.
-Bien. Volveré para completar los datos de su identificación. ¿Quiere que avisemos a alguien?
-No, déjelo usted estar, ya avisaré yo cuando salga.
-Es usted un tipo un poco raro, don Riforfo.
-Estoy pasando por una crisis de madurez, supongo.
-Si. Eso nos pasa a muchos. No a todos, no todo el mundo madura.
-Ah, yo pensaba que la cosa ocurría precisamente por eso. Una especie de rompimiento de la barrera del sonido, la edad física se adelantaba a la edad mental y...
-En efecto, es usted universitario. Todos ustedes tiene esa manía de revolverlo todo es ese tipo de frases.
-Discúlpeme, no quería ser pedante. ¿Es usted uno de esos policías que llevan petaca?
-¿Petaca? ¿Se refiere a la pistola? No, hace tiempo que nos las quitaron. No se fiaban de nosotros.
-No, petaca, algo de alcohol.
-Ah. Bueno, no sé si debo.
-Debe, debe.
-Aquí tiene. Aún queda un sorbo
-Muchas gracias. ¡Glup!. Prometo rellenársela. Me hacía falta.
-Lo de las manos. ¿No piensa contarme nada?
-No hay nada que contar. Un simple error.
-Lleva usted el término “simple” muy lejos, amigo.
-Debe ser la crisis que le decía.
-Eso debe ser.
Después que se marchó el inspector busqué mi ropa por la habitación. La encontré en un roperillo junto a la puerta. Me la puse como buenamente pude usando muñones -terriblemente doloridos- y dientes y me marché. Me dio pena no despedirme de la enfermera guapa, pero ya tendría ocasión de volver.
Pedí un taxi y al bajar tuve que indicarle al taxista el bolsillo del pantalón en el que llevaba la cartera. Ya, de paso, le pedí que me abriera la puerta de casa, aprovechando que junto con la cartera estaban las llaves. El taxista me hizo el favor un poco a desgana, pero le compensé dejándole el vuelto que era bastante alto, de un billete de veinte que extrajo de la cartera. Ya en casa me senté en el sillón que tengo situado frente al ventanal y me puse a observar las actividades de las vecinas en el patio interior.
Pasó el tiempo. No sé cuánto. Se había hecho de noche. En la mesita junto al sillón estaban los binoculares. Intenté agarrarlos para echar un vistazo, como solía, a las ventanas iluminadas, pero se me cayeron al suelo.  Me iba a llevar, tiempo, supongo, adiestrarme para manejar estos dos gruesos dedos, que ahora sustituían mis manos, con una cierta habilidad.

Me llevó tiempo el adiestramiento, y, mientras, me despedí de la Universidad con una sustanciosa paga por invalidez que, junto a lo que había ahorrado estos años a fuerza de ser absolutamente anacoreta, por vocación, supuse que me alcanzaría para vivir cómodamente durante los años que me restaban de ansiar, supongo que por hastío, la muerte. Leí muchos periódicos, panfletos, notas y notitas. También me habitué a ir por bares, locales de alterne u otros garitos, incluyendo los de juegos. Me volví muy locuaz con extraños, lo que contradecía mis hábitos ermitaños, pero todo ello me proporcionó mucha información que luego me resultó útil en extremo.
Lorenzo Marques era un portugués que había venido a Canarias en la década de los setenta a trabajar en nuestro floreciente turismo. Luego, en la crisis de los ochenta, montó una carpintería en la ciudad, pero ya por aquel entonces se sabía, lo sabía la policía, que tenía negocios paralelos, y que la carpintería no era más que una tapadera. Fabricaba muebles por encargo, y sin encargar, y ataúdes, principalmente para exportación. La empresa con la que trataba en Portugal pertenecía a un familiar suyo, y la de transporte a un amigo de ambos. Funcionaban a la perfección y los negocios les iban, al parecer, magníficamente con este tándem hasta que, como resultado de una investigación internacional descubrieron el trasfondo del asunto, drogas. Pillaron al importador y al transportista, pero al carpintero no pudieron imputarle nada. Y Lourenzo se libró de la cárcel y se quedó con buena parte del negocio desmantelado.
A pesar de que su sede era una humilde, y anticuada, carpintería en una estrecha calle del barrio más antiguo de la ciudad, era un hombre muy respetado en el mundillo. Muchas cabezas habían sido sentenciadas mientras don Lourenzo cepillaba una puerta para adecuarla al vano de la casa de una vecina que se le había vencido un poco a causa del estado ruinoso del edificio. Siempre hacía trabajos de esos, gratuitos, para los vecinos más viejos.  También poseía una gran parte de esos inmuebles cuyos inquilinos habían muerto sin testar o testando a favor de una misteriosa empresa que les pagaba una cómoda jubilación.

miércoles, 19 de junio de 2013

Solo por contarlo


Cuando Ulises pasó por cerca de la isla de las sirenas, siguiendo los consejos de Circe(?) ordenó a sus hombres que se taponaran los oídos con cera y que a él lo ataran al palo mayor de la nave, porque quería escuchar el canto de aquellas damas-pez. El canto de las sirenas es tan embriagador, le contó Circe(?), que todo el que lo escucha se ve irrefrenablemente impulsado a acudir donde ellas están, y ninguno de los que a esta debilidad cede regresa, pues su nave naufraga y aún en el agua los hombres siguen escuchando ese canto y deseando aproximarse a él, tan lleno de promesas y misterios gozosos está, hasta que finalmente se ahogan o mueren golpeados por el mar contra las rompientes. Al tiempo que pedía que lo atasen, Ulises les exigía que por más que les suplicase que lo soltasen, por más amenazas y derechos de autoridad que esgrimiese, no le hicieran caso y continuaran remando hasta alejarse a suficiente distancia del aquel peligro y lo viesen a él mismo calmado ya de sus ansias.

¿Y por qué lo hizo? Se preguntarán todos. Solo por contarlo.

martes, 18 de junio de 2013

Ítaca


No cuenta la Odisea que había un camino alternativo que llevaba directamente desde Troya hasta Ítaca en cuatro o cinco días de navegación, que fue el camino que siguieron todos aquellos de los que Homero nunca habló.

lunes, 17 de junio de 2013

Yo soy la verdad y la vida, allá ustedes.

Todos los patitos se fueron a bañan, pero el más pequeñito no quiso nadar Su madre enfadada le quiso pegar, pero el pobre patito se pudo escapar Corrió y corrió hasta alcanzar el cuello pero las patitas de su madre eran más grandes y más ágiles así que el patito siguió corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo y corriendo hasta que percibió la gran pradera de la espalda y se dijo, ¡amigo!, esto ya es un buen sitio para correr y siguió corriendo y corriendo, ya más que por miedo, que su madre ya lo había dejado correr por descubrir qué nuevos ambientes había por allí,y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo Si el patito me hubiera preguntado yo le hubiera aconsejado DETENTE has llegado a un punto sin retorno si vas más allá verás cosas que ya no podrás olvidar toda tu vida quedará marcada por un infinito goce y ya no podrás quitártelo nunca más de la cabeza y el pobre patito sonrió ladinamente y ... y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo y siguió corriendo y corriendo 
Y ENTONCES MURIÓ PORQUE COMPRENDIÓ QUE MÁS ALLÁ DE ESTO NO HABÍA NADA

viernes, 14 de junio de 2013

arte - sania

El arte no está en el objeto, está en el observador. El artista es el que consigue crear el objeto con la suficiente ambigüedad como para sugerir en el observador lo que el observador cree en sí mismo. Al observar una obra de arte el observador disfruta de su propio talento para crear a partir de la sugerencia del artista. Si la obra es muy precisa, no deja margen de juego al observador, si la obra es muy ambigua, no proporciona al observador elementos de creación. Ese equilibrio es la cualidad del arte.
Creo que muchas veces llamamos “artística” a una artesanía particularmente habilidosa. Desde este punto de vista, la artesanía no es arte, porque no sugiere, sino que se agota en su propio ser. El observador sólo tiene la opción de apreciar la habilidad con que fue realizada la obra, pero esta no despierta ecos en su interior. No pasa de la mera impresión.

Unos años después

Escribir. ¡Qué palabra, mano! Escribir. ¿Qué significará?
Escribir es copiar en un papel  lo que dices.
¿Y eso se puede hacer? Joder, mano, ¡cómo es la ciencia! ¿Y tú sabes?
Sí.
¿A ver, enséñame?
Mira.
¿Estas rayas?
Sí.
¿Y qué dice?
Lo que tú acabas de decir. Mira, aquí: “Escribir. ¡Qué palabra, mano! Escribir. ¿Qué significará?”.
Joder, mano. Eso es magia. Es lo que dije. Igual. Bueno, no sé porque ya no me acuerdo de lo que dije exactamente.
Pues exactamente es esto.
Y si yo digo. Hola.
Aquí está: “Hola”.
¿Esto es un poco magia, no?
Un poco.
¿Y dices que los antiguos lo hacían?
Los muy antiguos.
Joder, mano. ¿Y para qué?
Pues tú lo has dicho, para acordarse. Para acordarse de lo que habían dicho.
Pues está muy bien. Muy buena idea.
Si. Eso pensaban ellos.
¿Y por qué ya nadie se acuerda?
Pues. Vinieron unos tiempos en que dejó de hacer falta porque todo lo hacían las máquinas.
Las máquinas, anda que te inventas tú cada palabrita. ¿Eso qué es?

jueves, 13 de junio de 2013

Mi religión pagana

Creo, aunque sea absurdo. Estoy construyéndome una fe. ¿Por qué no? Si los cristianos llevan siglos dándonos la lata con un Dios corta y pega de lo que había. Si los musulmanes matan, ya no por su Dios sino por su profeta. Si los Testigo de Jehová se creen a pie juntillas cada palabra que dice un libro. Si los mormones se han escrito el suyo para no ser menos y su profeta, en vez de crucificado, fue emplumado y asesinado a balazos por una turba enfurecida. Si todo es tan absurdo, por qué no inventar yo mi absurdo y creer en ti y en que algún día me reuniré contigo en el paraíso.

miércoles, 12 de junio de 2013

Consecuencias de la ley de interacción gravitatoria sobre dos cuerpos como el tuyo y el mío.

¿Tú sabías que dos cuerpos como los nuestros se atraen con una fuerza proporcional al producto de sus masas, pero inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que nos separa? Pues bien, cuando me dejaste, decidí que iba a hacer todo lo posible por mantener esa fuerza constante y por eso es que he engordado tanto.

martes, 11 de junio de 2013

Maldita fe en ley de la gravedad que me impide tirarme desde un quinto piso... y volar. 
¿Por qué no creeré con la misma certeza en otras cosas?

Riforfo Rex se lamenta de sus cosas de siempre y le sale Calderón

Primer monólogo de Segismundo
¡Ay mísero de mí, ¡ay infelice!
Apurar, cielos, pretendo,
Ya que me tratais así,
qué delito cometí
contra vosotros naciendo.
Aunque si nací, ya entiendo
qué delito he cometido;
bastante causa ha tenido
vuestra justicia y rigor,
Pues el delito mayor
del hombre es haber nacido.
Sólo quisiera saber
para apurar mis desvelos
(dejando a una parte, cielos,
el delito del nacer),
¿qué más os pude ofender,
para castigarme más?
¿No nacieron los demás?
Pues si los demás nacieron,
¿qué privilegios tuvieron
que no yo gocé jamás?
Nace el ave, y con las galas
que le dan belleza suma,
apénas es flor de pluma,
o ramillete con alas,
cuando las etéreas salas
corre con velocidad,
negándose a la piedad
del nido que dejan en calma;
¿y teniendo yo más alma,
tengo ménos libertad?
Nace el bruto, y con la piel
que dibujan manchas bellas,
apénas signo es de estrellas
(gracias al docto pincel),
cuando, atrevido y cruel,
la humana necesidad
le enseña á tener crueldad,
mónstruo de su laberinto;
¿y yo, con mejor instinto,
tengo ménos libertad?
Nace el pez, que no respira,
aborto de ovas y lamas,
y apénas bajel de escamas
sobre las ondas se mira,
cuando á todas partes gira,
midiendo la inmensidad
de tanta capacidad
como le da el centro frío;
¿y yo, con más albedrío,
tengo menos libertad?
Nace el arroyo, culebra
que entre flores se desata,
y apenas, sierpe de plata,
entre las flores se quiebra,
cuando músico celebra
de los cielos la piedad
que le dan la majestad
del campo abierto á su huida;
¿y teniendo yo más vida,
tengo ménos libertad?
En llegando á esta pasión,
un volcán, un Etna hecho,
quisiera arrancar del pecho
pedazos del corazon.
¿Qué ley, justicia ó razón
negar a los hombres sabe
privilegios tan süave
excepcion tan principal,
que Dios le ha dado a un cristal,
á un pez, á un bruto y á un ave?

Actualizando a Galdós

Sin Misericordia

En las calles de un Madrid apocalíptico, una muchacha Benigna, lucha por la supervivencia contra los otros supervivientes disputándose la comida, que hay que buscar por cualquier medio y contra los zombies que tratan de atraparla y comérsela a su vez. Benigna es una muchacha inteligente, ágil, y bella, aunque su belleza es necesariamente salvaje.
Con sus esfuerzos sostiene a una familia, doña Paca y sus hijos, en cuya casa vivía antes de los sucesos que desencadenaron esta situación actual. Doña Paca y los hijos se aprovechan de Benigna, porque ellos son incapaces de sobrevivir por su cuenta, aún están anonadados por lo que ha pasado y si no fuera por Benigna que tomó las riendas hubieran sucumbido o bien por el hambre, o bien por la depredación de los otros supervivientes o simplemente comidos por los zombies.
El caso es que doña Paca y sus hijos tienen la esperanza de que un día vengan a rescatarlos, y Benigna, para mantenerles alta la moral, los engaña con falsas noticias acerca de la próxima ayuda que está por llegar.
Benigna tiene un amigo, un tal Almudena, otro superviviente. Almudena está enamorado de Benigna y procura acompañarla siempre en sus correrías. Se socorren mutuamente y comparten lo que consiguen rescatar. Matan juntos zombies. Almudena vive solo y constantemente le pide a Benigna que le acompañe y que deje doña Paca y a sus hijos que se aprovechan de ella descaradamente.
Un día ocurre que llega la ayuda. Benigna no sale de su asombro porque esa ayuda llega exactamente como ella se la ha contado, inventándosela, a Paca y a sus hijos. El caso es que los que vienen a rescatar se llevan a Paca y a los hijos y dejan a Benigna porque ellos “olvidan”, explicarles que ella ha sido la que los ha ayudado todo el tiempo. Los de la ayuda consideran a Benigna “contaminada” y por eso prefieren dejarla.
Benigna observa desilusionada cómo se marchan Paca y los hijos casi sin despedirse y entonces ella se va con Almudena.

domingo, 9 de junio de 2013

De falsedades necesarias después de que nos hemos puesto a pensar

Del diario de Riforfo Rex

La literatura es como un microscopio. La enfocas sobre una emoción transitoria y a través del lente consigues que se perciba una tragedia universal y eterna. La enfocas ahora sobre un hecho cotidiano y haces creer que están percibiendo una epopeya. La enfocas después sobre un efímero instante de goce y sugieres a todo el mundo un maravilloso reino de La Felicidad. Hay muy buenos escritores, y sobre todo hay muy pocos asuntos sobre los que escribir, así que todos coinciden más o menos sobre los mismos temas. Así es como se ha fraguado la gran mentira en la que todos, incluidos lo que estamos habituados a manipular el microscopio, nos dejamos,  blandamente, engañar. Y ese engaño es el que nos permite, muchas veces, soportar la insufrible liviandad de la vida, para la que el único hecho relevante es la lucha por la supervivencia.

Una silla en la puerta

Y si un día de esos que te quedas despierto hasta altas horas de la madrugada esperando que ocurra no sé qué y escuchando canciones que te golpean el pecho con experiencias de otros que nunca viviste y que si acaso te ocurrieron ni te diste cuenta de que estaban pasando, y si, como digo de pronto amaneciera otro día, no el que debía amanecer en rigor cotidiano, sino otro, como si, de nuevo sin advertirlo, como todo lo que te pasa, hubieras atravesado no sé qué puerta y cuando sale el sol sabes que no eres el que solías ser sino ese otro que has experimentado lejanamente ser durante la noche, y el mundo fuera como lo has presentido mientras  escuchabas las canciones y recuperaras la juventud y las fuerzas –oh, sí– y ya no envejecieras jamás porque has cruzado el umbral …  y luego te acostaras a dormir antes de que eso ocurriera y supieras que otra vez has sido cobarde y has preferido continuar como siempre y lo que haces al día siguiente es sacar una silla a la puerta.

viernes, 7 de junio de 2013

No soy

No estoy allí. No estoy en el mapa de tu vida. No soy tu pueblo de nacimiento, no soy tus amiguitos de la infancia, no soy tu falda corta, ni tu primer beso. No soy tu primer amor, ni tu primer ni ningún otro llanto amargo de desilusión. No soy el aire que respiras, ni las sábanas que te envuelven. No soy siquiera el panadero que bromea contigo mientras te cobra el pan.  No soy tu fiel coche que te espera echado a la puerta de tu casa. No soy el número en lo alto de puerta de tu casa. No soy tus amigos. No soy tu amigo.

Todo eso que no soy, que no he sido, y que no seré, está suelto dentro de mí y recorre todas las estancias como un viento alocado gritando gritando gritando hasta arrinconar lo que soy, lo que quiera que sea yo ahora, estos días, a un rincón del sótano oscuro, acurrucado, muerto de miedo.

A modo de conclusión




Eu quem sou para que chorre e interrogue?
Eu quem sou para que te fale e te ame?
Eu quem sou para que me perturbe ver-te?
(Fernando Pessoa. casi al final de Oda Marítima)


Consecuencias de no haber leído a tiempo a Rubem Fonseca

Después de leer algunos cuentos de Rubem Fonseca uno se da cuenta de cual es la causa de su falta de éxito con las mujeres:


Te fallé.
No fui salvaje, brutal, descontrolado.
No te humillé, ni te golpeé.
No te obligué a hacer actos desagradables,
ni te sometí a ellos.
No te dejé marcas comprometedoras.
No te hice gritar de dolor.
Lo siento. Te fallé.

miércoles, 5 de junio de 2013

El bigote


¿Qué es un bigote? ¿Quién y por qué inventó el bigote? ¿Cuándo? ¿Cuál es la función del bigote en la cara? ¿Hay un solo bigote o hay muchos bigotes?¿Cuales son los rasgos característicos de un bigote? ¿Cuántas clases de bigotes hay? ¿Podemos hablar de un bigote ideal? Evolución del bigote, ¿hacia dónde? El bigote del futuro. ¿Tiene futuro el bigote? ¿Por qué se dejan los hombres bigote? ¿Y por qué no las mujeres? ¿Es fea necesariamente la mujer bigotuda? El bigote y la belleza. La belleza del bigote.