miércoles, 30 de septiembre de 2009

Tradición


Mi abuelo murió de cáncer de próstata
Mi padre murió de cáncer de próstata
Yo tengo el honor de decir que he muerto
de cáncer de próstata

y espero que mis hijos hagan lo mismo por mí.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Pequeña toma de conciencia.

A menudo piensa uno en evadirse. Tal vez no es tan a menudo, tal vez sólo cuando se encuentra uno ante un conflicto. Pero ese momento se le vuelve a uno intemporal y eterno. Le gustaría a uno no tener que llevar la vida que lleva sino una alternativa más placentera y relajada. Porque esos momento hacen que uno piense que no vale la pena vivir así.
Si uno fuera un tipo racional automáticamente limpiaría su mente de ese tipo de razonamientos. Adoptaría una visión práctica y se impondría la reflexión de que no hay vidas alternativas porque siempre es uno el que las vive y a uno siempre se le presentarán momentos conflictivos en que deseará estar en otra parte. Y llegará un momento en que definitivamente comprenderá que no hay lugar a dónde escapar. Estará al borde del precipicio (yo siempre imagino, no sé por qué un lugar en Tamadaba que recuerdo vagamente de pequeño, el precipicio daba al mar, claro).
Si uno fuera un ser racional comprendería que la cuestión no es la mayor o menor conflictividad relativa o absoluta del momento que uno está viviendo, sino las emociones con que uno vive ese momento. Son ellas las que convierten un simple dolor de muelas en una tragedia griega que sólo tiene un final necesario. Si uno fuera un ser racional trataría de cambiar lo que puede cambiarse, las emociones con que uno enfrenta los hechos cotidianos, y no lo imposible, la realidad en que uno vive.
Ouspenski dice que el hombre está compuesto de cuatro centros que controlan sus acciones ordinarias: intelectual, emocional, motor e instintivo. Y dice también que cada uno de ellos tiene su conjunto de funciones claramente delimitadas, pero que en la realidad ocurre que algunos de ellos hacen dejación de sus propias obligaciones mientras que otros se exceden en las suyas y hasta abarcan obligaciones de otros centros. Esto provoca un desequilibrio en el hombre que hace que enfrente los problemas de la vida cotidiana de manera incoherente, casi aleatoria dependiendo de los humores y de las influencias externas. Un desarrollo armónico de cada uno de estos centros y una clara asignación de funciones lleva a un hombre equilibrado.

Yo hablo siempre de un hombre racional porque considero que la razón es la mejor herramienta de que disponemos para enfrentarnos al mundo y a nosotros mismos, que a menudo nos vemos asaltados por emociones traicioneras que, disgregadas de nuestras razón - que asiste a sus efectos perpleja -, se apoderan de nuestro cuerpo y lo paralizan en situaciones críticas.

miércoles, 16 de septiembre de 2009

Jueguito

La línea del corazón (quiromancia)

El corazón de las tinieblas (Joseph Conrad)

Las tinieblas de afuera (Mateo 8,12)

Las afueras de Dios (Antonio Gala)

El Dios de las pequeñas cosas (Arundhati Roy)

Las cosas del querer (película española)

El querer de una gitana (zarzuela cómica)

Las gitanas de la cumbia (tremendas muchachas)

La cumbia del mole (Lila Dawn)


lunes, 14 de septiembre de 2009

Son pedazos de tu corazón

Son pedazos de tu corazón que tú envuelves en papel de plata para ofrecerlos a las chicas del paseo los jueves por la tarde. Ellas los recogen indiferentes y los van comiendo pellizquito a pellizquito mientras hablan de sus cosas y sonríen a los niños que pasan mirándoles sus cortas falditas.

Luego se limpian sus manitas ensangrentadas en blancas servilletas que roban de los bares y se sientan a soñar frente a los escaparates. Cruzan sus piernecitas mostrándoles sus estrechos muslos a los chicos ansiosos que las miran, y se van a casa sacudiéndose las faldas, que revolotean sobre su lívida piel, como los ojos de los muchachos tristes que las ven marchar

jueves, 10 de septiembre de 2009

Poema de la lejana

Allá, al otro lado del mundo. ¿Qué luna tienen?
Cuando aquí es luna nueva, ¿qué luna es allí?
Cuando aquí es luna vieja, ¿tú qué luna tienes?
Cuando aquí la luna es frágil, ¿cómo es la de ahí?
Cuando aquí la luna es negra, ¿de qué color es la tuya?

Nunca entendí esto de la luna y sus vueltas. ¿Quién da más vueltas, tú o la luna?
¿Qué es más redondo, tu pupila o la luna? ¿Quién está mas lejos, la luna o tú?

Disputas

convencen aquellas argumentaciones que ya uno

ellas, jamás podrán convencernos. Escucharemos únicamente

pero nunca admitiremos estar equivocados si

lógica de los argumentos y si

que estén las que uno rechaza,

ha aceptado. Por muy bien razonadas

Creo que a uno sólo le

Razonar sólo se razona en la

para buscar los fallos en la

no los encontramos admitiremos nuestra ignorancia

en determinadas cuestiones o nuestra falta

aunque uno nunca haya pensado en

Por esto creo inútil toda disputa.

de dialéctica para argumentar en contra,

previamente ya no lo hemos admitido.

intimidad.

miércoles, 9 de septiembre de 2009

Ouspensky

Leo en "Psicología de la posible evolución del hombre" de Ouspenski una frase que me llama la atención:

"para hacerse un ser diferente un hombre debe quererlo mucho y por muy largo tiempo. Un deseo vago o pasajero, basado en el descontento con las condiciones exteriores, no creará el impulso suficiente. "

también, más adelante:

"el hombre no se conoce a sí mismo.
No conoce ni sus propias limitaciones, ni sus propias posibilidades. Ni siquiera conoce lo mucho que no se conoce.
...
Tenemos que comprender que el Hombre no puede hacer nada.
Pero él no se da cuenta y se atribuye la capacidad de hacer. Esta es la primera cosa falsa que el Hombre se arroga.
...
El Hombre no puede hacer. Todo lo que el Hombre cree que hace, en realidad sucede. Sucede exactamente como llueve o nieva."

jueves, 3 de septiembre de 2009

Arte en Canarias. Diálogos


En el Centro de Arte La Regenta de Las Palmas hay una exposición de artistas canarios de los 70, 80 y 90. He ido a verla. Y me he quedado impresionado.

La primera causa de la impresión es mi desconocimiento del arte contemporáneo, mi incomprensión de la mayoría de las obras que veo. Sencillamente no sé qué hay en la cabeza de los tíos que han elaborado aquellas obras. Esto, lejos de provocar en mí un rechazo, me provoca atracción. Tengo la impresión de que esta gente, los artistas, viven en un mundo paralelo al mío. Otro mundo que amplía este exiguo mundo mío tan cotidiano e insustancial. Esta incomprensión me impulsa a querer conocer más, tratar de entrar en ese nuevo mundo o forma de ver las cosas, de relacionarlas.

También me impresiona el hecho de que esos artistas son contemporáneos míos, algunos hasta han estudiado conmigo, los he conocido, es decir, aparentan ser gente corriente como yo, y el tío que me vende el pescado o la señorita a la que le compro los ciegos al salir del mercado. Y sin embargo, mirando lo que pintan, y por lo tanto asomándome a su interior a su forma de mirar tengo la impresión de que nos separan abismos. Y lo cierto es que a mí me gustaría, también, estar en ese otro lado – también porque no puedo abandonar este lado que es mi referencia terrestre, porque siento que ese mundo del arte es algo así como un lugar sin referencias fijas donde todo flota casi al azar o al menos las relaciones entre los elementos son radicalmente distintos a las que rigen en este mundo real con la gravedad mandando, y la materia imponiendo y la luz delimitando-.